Por Jessica Fabaro

El “Mapa de sueños latinoamericanos” empezó a dibujarse en la mente deMartín Weber mucho antes de sacar sus primeras fotos, en los ‘90. Fue cuando cursaba en el Colegio Nacional Buenos Aires, durante los primeros años de la democracia y mientras sucedía la revolución nicaragüense. Así lo recuerda este argentino nacido en Chile: “Pensé que las imágenes que tenía en mi cabeza estaban hechas por estadounidenses o europeos y yo estaba repitiendo información que nunca había visto porque nunca había estado en ese lugar”.

Fue entonces que surgió la idea de ir a rescatar testimonios directos. Que sean las propias personas las que cuenten su historia y escucharlas. El proyecto que se exhibe en la sala Pays del Parque de la Memoria – Monumento a las víctimas del terrorismo de Estado reúne 110 fotografías en blanco y negro tomadas por Weber con una cámara de placa a lo largo de los más de 20 años en los que recorrió Latinoamérica. Hay un elemento fundamental en todas ellas: una pizarra para que escribieran sus sueños quienes accedían a retratarse.

“Cariño”, Maclovio, Rojas, México. De la serie “HOGAR, FAMILIA” Martín Weber. (Foto: Gentileza Parque de la Memoria)

Así recorrió la Argentina, Cuba, México, Perú, Nicaragua, Guatemala, Brasil y Colombia fotografiando comunidades indígenas del nordeste brasileño, pueblos de la Selva Negra nicaragüense y la Selva Lacandona en Chiapas, profesores universitarios de Cusco, familias de clase media en Buenos Aires, estudiantes del norte correntino o niños de la frontera en Tijuana.

La pizarra – que tiene una clara connotación escolar- es el hilo que hilvana la narrativa de este ensayo fotográfico en el que resuenan con fuerza los contrastes y contradicciones de América Latina.

“Ser abogada”, La Niña, Argentina. De la serie PROFESIÓN, de Martín Weber. (Foto: Gentileza Parque de la Memoria)

Weber trabajó sobre puntos de encuentro entre los distintos países. “Que todos aprendamos a cruzar el puente y ponernos en el lugar del otro”, dice en diálogo con TN.com.ar. Buscó así salir de “la cultura del cubículo”, ese lugar cerrado y de poco contacto con la experiencia directa y con la escucha al otro.

“Al observar detenida y afectuosamente las fotografías de Weber, atendiendo a su textura visual y su profunda potencia conceptual, uno no puede más que comprobar que el tan mentado discurso de la meritocracia – una sociedad en la que el éxito o el fracaso son de ‘quienes se lo merecen’- resulta un argumento perverso – incluso un tanto idiota- que desconoce que la desigualdad de condiciones implica, en la mayoría de los casos, desigualdad de oportunidades. En este sentido, estas imágenes devuelven con la fuerza de un puñetazo, un discurso otro, uno en el que los escenario económicos y sociales estructuran la capacidad, no ya de concretar un sueño, sino incluso de poder enunciarlo”, analiza la curadora Florencia Battiti.

Para esta puesta, además, Weber realizó un video documental en el que vuelve a tomar contacto con varias de las personas fotografiadas hace dos décadas. Es la vuelta a alguna de esas historias de las fotos para ver qué había pasado. Sobre la experiencia del retorno a esas realidades, Weber cuenta: “Había situaciones que se habían transformado y otras que seguían igual. El video tiene la fuerza de estar construido a partir de los testimonios, no se ven los rostros y quise que la fuerza sea la palabra”.

“Responsabilidad individual, no gobierno impuesto”, de Martín Weber. (Foto: Gentileza Parque de la Memoria)

El proyecto está basado en la confianza y en devolverle la palabra a la gente. Que sea la misma persona la que diga cuál es su sueño. También trabaja sobre el tiempo. Volver varios años después para ver cuánto se sostuvieron esos sueños y cuántos se concretaron. Repensar por qué suceden las cosas que suceden en Latinoamérica y darse cuenta de la distancia que hay entre expresar un sueño y su posibilidad de realizarlo.

La película es demoledora. Pero con la mejor intención de sacudir para que nos demos cuenta de que si hay algo para hacer hay que hacerlo”, resume Martín sin vueltas.

“Si bien Weber inscribe su trabajo en la fotografía humanista, al mismo tiempo la cuestiona. No se trata de capturar ‘el instante decisivo’ sino de construir esmeradas puestas en escena, conversadas, dialogadas y compartidas con el otro”, afirma Battiti.

Nora Hochbaum, directora del Parque de la Memoria, asegura: “Esta exposición no trabaja sobre un sueño en solitario, todo lo contrario, es un proyecto soñado, pensado y realizado a cámara abierta hacia el otro y con los otros. Las puestas en escena son posibles justamente por este encuentro y este vínculo creado entre el artista y los protagonistas. Quizás sea difícil o imposible restituir, recomponer esos sueños olvidados, perdidos o arrebatados, y quizás no podamos recorrer el planeta en su búsqueda, pero quizás podamos, al menos, encontrarnos entre nosotros”.

La propuesta de Weber es repensarse, como individuos y como sociedad latinoamericana. Creer en los sueños y que nuestros deseos pueden transformar la realidad. Es un antes y un después, para el fotógrafo y para todos los que se dejen atrapar por las imágenes. Él mismo resume: “No soy el mismo que arrancó el proyecto del que lo termina. Es muy fuerte lo que sucede”.

Referencia desde TN.com

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